Actualmente existen numerosos estudios que avalan y evidencian que el entrenamiento de fuerza es plenamente eficaz para el tratamiento de la Diabetes Tipo 2, y puede además proporcionar el beneficio adicional de prevenir o limitar la disfunción musculo-esquelética asociada con esta patología.

Es de vital importancia ser consciente de los numerosos beneficios que el ejercicio físico aporta a la gran mayoría de patologías que inundan nuestra sociedad actual. Este es un tema que será abordado ampliamente en entradas posteriores, pero mientras os dejo un articulo muy interesante del profesor Jorge Luis Roig, sobre los beneficios del entrenamiento de fuerza en la Diabetes Tipo 2.

 

ENTRENAMIENTO Y DIABETES TIPO 2

El impacto que la diabetes tipo 2 (DBT2) tiene a nivel muscular es tan deletéreo que es fácil pensar las comorbilidades que bien pueden esperarse que aparezcan en quienes infelizmente la padecen. En este aspecto, es sabido que esta patología aparece, prima facie, con una incipiente resistencia a la insulina (RI), situación en la que hay una manifiesta incapacidad de los receptores de insulina para dar respuesta a la hormona. Ello puede acabar, de no ser debidamente tratada en tiempo y forma, en una secreción crónica elevada de insulina y esto conducir incluso al fracaso funcional de las células β pancreáticas. Sin embargo esto no es lo único que acontecerá a nivel muscular, también estará afectada la síntesis de glucógeno, la actividad mitocondrial y junto a esto una fuerte acumulación de triglicéridos (TG) desencadenando la llamada lipotoxicidad. Para recordar es el vínculo que existe entre estos TG y la RI, causal directa de la alteración de la señalización de la insulina al receptor e inhibición consecuente de los GLUT4. El resultado inevitable de esto es la hiperglucemia e hiperinsulinemia.

Existe una enorme preocupación por los efectos colaterales, muchos de ellos graves, que se asocian con la terapia medicamentosa que trata a la DBT2, tal como lo ha referido recientemente Gerstein, quien advierte que la reducción intensiva de la glucosa aumenta la mortalidad entre las personas con DBT2 así como que incrementa la enfermedad cardiovascular en ellas (Gerstein HC, et al. Long-term effects of intensive glucose lowering on cardiovascular outcomes. The New England Journal of Medicine. 2011). También es de gran preocupación los costos que la misma le representan a la población y al estado, por lo que las modificaciones en el estilo de vida y el tratamiento por el ejercicio son dos de los principales centros de estudio de los investigadores.

Hay un cuerpo de evidencias muy fuerte que demuestran que la estructura esquelética también está comprometida en los sujetos con DBT2, al punto que entre estos la tasa de fracturas es casi un 30% mayor a los que no padecen esta enfermedad metabólica. Justamente en este punto se viene analizando la importancia que puede tener el entrenamiento de fuerza sobre el tradicionalmente elegido ejercicio aeróbico. Al respecto, distintos investigadores han dado evidencia que la efectividad del entrenamiento de la fuerza en estas poblaciones también acciona favorablemente sobre el control glucémico ( Irvine C, et al.. Progressive resistance exercise improves glycaemic control in people with type 2 diabetes mellitus: a systematic review. The Australian Journal of Physiotherapy. 2009), sobre la adiposidad (Ibañez J, et al. Twice-weekly progressive resistance training decreases abdominal fat and improves insulin sensitivity in older men with type 2 diabetes. Diabetes Care.2005) y sobre el perfil lipídico (Misra A, Alappan NK, Vikram NK, et al. Effect of supervised progressive resistance-exercise training protocol on insulin sensitivity, glycemia, lipids, and Body composition in asian indians with type 2 diabetes. Diabetes Care. 2008), y lo hacen tan eficazmente como se ha demostrado lo podría lograr la ejercitación aeróbica. De esta manera, si a todo esto se le valora la acción positiva sobre la masa ósea que tiene el entrenamiento de fuerza, plenamente superior al entrenamiento aeróbico, es para pensar cuál sería una mejor opción a tomar a la hora de proponer actividad física en los portadores de DBT.

En condiciones de reposo, los sujetos sin esta patología responden rápidamente con la liberación de insulina frente al consumo de carbohidratos. Del 100% de estos, el 80% será captado por el músculo esquelético, lo que pone en evidencia la importancia de ese tejido en estas cuestiones (Thiebaud D, et al. The effect of graded doses of insulin on total glucose uptake, glucose oxidation, and glucose storage in man. Diabetes. 1982). Interesantemente, Shulman encontró que la síntesis de glucógeno muscular estaba un 57% reducida en los portadores de DBT respecto de los controles sanos (Shulman GI, et al Quantitation of muscle glycogen synthesis in normal subjects and subjects with non-insulin-dependent diabetes by 13C nuclear magnetic resonance spectroscopy. The New England Journal of Medicine. 1990). En este punto DeFronzo afirma que el deterioro de la actividad de la glucógeno sintetasa es uno de los primeros defectos presentes en el músculo en los sujetos que padecerán DBT2 (DeFronzo RA. Pathogenesis of type 2 diabetes mellitus. Medical Clinics of North America.2004).

Unido a lo anterior, Morino encontró que los descendientes de individuos con DBT2 portadores de RI muestran un 60% menos de captación de glucosa muscular mediada por la insulina y también una densidad mitocondrial un 38% más baja que los controles sanos (Morino K, et al. Reduced mitochondrial density and increased IRS-1 serine phosphorylation in muscle of insulin-resistant offspring of type 2 diabetic parents. The Journal of Clinical Investigation. 2005). Reconocer la importancia de esto es de tremenda trascendencia porque pone en evidencia una verdadera limitación para utilizar debidamente las vías energéticas en estos sujetos y ello explicar más cabalmente el porqué el persistir con trabajos aeróbicos no tiene demasiada lógica desde la fisiopatología que se le reconoce a esta enfermedad. Así, y tal cual lo señalan autores como Eves y Willey en sus respectivas investigaciones, si bien el ejercicio cardiovascular es indicado como un método óptimo no farmacológico para tratar la DM2, las complicaciones asociadas con la diabetes a menudo obstaculizan las capacidades cardiovasculares (Eves ND, Plotnikoff RC. Resistance training and type 2 diabetes: considerations for implementation at the population level. Diabetes Care. 2006); Willey KA, Fiatarone Singh MA. Battling insulin resistance in elderly obese people with type 2 diabetes: bring on the heavy weights. Diabetes Care. 2003).

Recientemente Brooks y colaboradores han dado evidencia que el entrenamiento de fuerza es plenamente eficaz para el tratamiento de la DBT2 y puede además proporcionar el beneficio adicional de prevenir o limitar la disfunción musculo-esquelética asociada con esta patología (Brooks et al.. Strength training improves muscle quality and insulin sensitivity in Hispanic older adults with type 2 diabetes. International Journal of Medical Sciences. 2007). Además, y tal como lo señala Irvine recientemente, el entrenamiento de fuerza logra efectos muy ventajosos sobre la ganancia de fuerza en estas poblaciones, la que está seriamente afectada y sobre lo cual el entrenamiento aeróbico no es eficaz al mismo nivel (Irvine C, et al. Progressive resistance exercise improves glycaemic control in people with type 2 diabetes mellitus: a systematic review. The Australian Journal of Physiotherapy. 2009).

Analizando el impacto de los ejercicios de fuerza sobre la RI, Ibañez y colaboradores mostraron que estos habían mejorado la sensibilidad a la insulina en más de un 46% luego de 4 meses de entrenamiento (Ibañez J, et al. Twice-weekly progressive resistance training decreases abdominal fat and improves insulin sensitivity in older men with type 2 diabetes. Diabetes Care.2005).

Estudiando a la glucógeno sintasa, Holten y colegas informaron un aumento significativo en el contenido de glucógeno, del contenido de la referida enzima, así como de su actividad después de seis semanas de ejercicios de fuerza en pacientes con DM2 (Holten MK, et al. Strength training increases insulin-mediated glucose uptake, GLUT4 content, and insulin signaling in skeletal muscle in patients with type 2 diabetes. Diabetes. 2004).

En lo que hace a la biogénesis mitocondrial, Balakrishnan y colegas demostraron que un programa de 12 semanas de entrenamiento de fuerza incrementó el contenido de estas organelas en sujetos mayores que incluso padecían patología renal (Balakrishnan VS, et al. Resistance training increases muscle mitochondrial biogenesis in patients with chronic kidney disease. Clinical Journal of the American Society of Nephrology. 2010).

En cuanto a los lípidos intramusculares Mueller y colaboradores lograron dar evidencia que los trabajos excentricos de fuerza eran más eficaces que los tradicionales concéntricos sobre el depósito de TG intramusculares. El mismo se concretó durante 12 semanas a razón de dos estímulos por semana.(Mueller M, Breil FA, Lurman G, et al. Different Molecular and Structural Adaptations with Eccentric and Conventional Strength Training in Elderly Men and Women. Gerontology. 2011).

Finalmente, el impacto del entrenamiento de fuerza sobre el tejido óseo está suficientemente admitido en las personas sanas y por ello es sugerido frecuentemente. En este aspecto, en los sujetos con DBT2 también se ha aportado evidencia. Recientemente Daly y colegas mostraron que estos ejercicios ayudaban a mantener la densidad mineral ósea (DMO) en sujetos diabéticos sometidos a pérdida de peso graso, algo que no se observaba en aquellos que perdían peso pero no entrenaban fuerza (Daly RM, et al. Does high-intensity resistance training maintain bone mass during moderate weight loss in older overweight adults with type 2 diabetes?Osteoporosis International. 2005).

Como corolario de lo escrito hasta acá, las investigaciones vuelven a forzar a la reflexión respecto de cuál puede ser la estrategia más indicada a la hora de abordar la DBT por el ejercicio. Incluso advierten cómo el camino de lo aeróbico puede ser un largo trayecto con más limitaciones que beneficios, con más pérdidas que ganancias, con menos resultados y probablemente más frustraciones a la hora de prevenir y, eventualmente ayudar a controlar la patología. Si algo faltara para aceptar la invitación de la ciencia a estimular nuestro pensamiento en cuanto a las ejercitaciones, solo basta saber que entre 2000 y 2030, se espera que el número de personas con DBT2 en todo el mundo suba de 171 millones a 366 millones, y se que este aumento se concretará, aunque los niveles actuales de obesidad permanezcan constante. Y hasta aquí y desde tiempo inmemorial, la gran propuesta de la Medicina ha sido…….camine si es diabético. Un eterno fracaso, y una enorme ayuda para las laboratorios medicinales, de los profesionales que no pueden desprenderse de la indicación de metformina, entre otras drogas.

Para reflexionar….

 

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